EVOLUCIÓN DE LA NORMATIVA EN CONSTRUCCIÓN

La evolución de la normativa que rige la construcción en España comenzó en la década de los 70. Hasta ese momento, no había ningún tipo de norma que regulase el sector de la construcción por lo que no había forma de garantizar la seguridad de las personas. Para poder controlar esta actividad, fue necesario definir unas reglas de obligado cumplimiento para aplicar tanto en los proyectos como en la ejecución de edificios. Así es como mediante el Real Decreto 1650 publicado en 1977, se establecieron las Normas Básicas de la Edificación. Especialmente relevantes fueron la N.B.E. CT -79. «Condiciones Térmicas de los Edificios» y la N.B.E. CPI-96 «Condiciones de Protección Frente a Incendios». Más tarde, a las NBE se le añadieron las Normas Tecnológicas de la Edificación (NTE) para completar el marco regulatorio, pero no tenían carácter obligatorio.

En 1999 se publicó la Ley 38/1999 de 5 de noviembre de Ordenación de la Edificación ya que la reglamentación existente había quedado profundamente obsoleta. Esta ley instó y autorizó al Gobierno para la aprobar un Código Técnico de la Edificación (CTE) mediante Real Decreto que estableciese las exigencias que debían cumplir los edificios en relación con los requisitos básicos de seguridad y habitabilidad.

A pesar de estas normativas y supuestos avances en la construcción, la eficiencia energética de los edificios seguía dejando mucho que desear. Con el avance tecnológico e industrial, quedan en el olvido los conocimientos y las técnicas aprendidas; con la aparición de las nuevas energías no renovables y con el uso de las nuevas tecnologías de acondicionamiento artificial los arquitectos se olvidan del contexto para diseñar edificaciones y viviendas donde ya no importan los factores ambientales interiores, pues todo se puede resolver gracias a la técnica.

Un nuevo movimiento constructivo

Mientras en España nos acogíamos a las normas establecidas, en Alemania llevaban unos años innovando y aplicando otro estándar de construcción. Hablamos del estándar de construcción Passivhaus. El objetivo principal de su creación fue el de proyectar viviendas y edificios con una demanda energética muy baja. No obstante, las estrategias y criterios de diseño Passivhaus no solo conseguían edificios de alta eficiencia energética y con mayor confort, sino que también la calidad y salubridad del aire interior eran mejores ya que para cubrir la necesidad de ventilar el espacio interior se introdujo un sistema de ventilación, que además de renovar el aire constantemente, filtraba al aire eliminando así todo tipo de contaminantes exteriores, polen, insectos, etc. De esta forma el estándar Passivhaus se posicionó como el estándar de construcción de mayor eficiencia energética, mayor ahorro, máximo confort, máxima calidad del aire interior y más saludable.

En nuestro país, esta forma de construir comenzó a expandirse a partir del año 2009 con la construcción de la primera casa pasiva hasta hoy, dónde ya existen más de 100 proyectos certificados y multitud de empresas formadas y certificadas.

Junto con la creación del Estándar Passivhaus, el Dr. Wolfgang Feist fundó el 1996 el Passivhaus Institut (PHI). Este instituto de investigación independiente ha dejado de trabajar desde entonces y en 2015 creó 2 nuevas categorías dentro de la certificación Passivhaus: Passivhaus Plus y Passivhaus Premium, las cuales se establecieron con el fin de introducir las energías renovables en los edificios Passivhaus. En un edificio Passivhaus Plus se genera la misma cantidad de energía renovable, como por ejemplo con una instalación fotovoltaica que la que se consume, al menos en una vivienda unifamiliar. Es decir, sería un edificio de balance neto. En un edificio Passivhaus Premium, se produce mucha más energía de la necesaria, lo que en este caso se conoce como edificio positivo.

«La escalera energética»

Si hiciésemos una clasificación de la eficiencia energética de los edificios tendría el siguiente orden:

A día de hoy, la normativa vigente sigue siendo el CTE 2016 pero no por mucho tiempo, ya que para todas aquellas obras que soliciten licencia municipal a partir del 24 de septiembre de 2020 será obligatoria la aplicación del nuevo CTE 2020.  Los requisitos recogidos en esta normativa son los mínimos que se les puede exigir a una construcción, pero, siempre se puede dar un paso más allá.

En muchos casos, vemos esta intención de mejorar la calidad de los proyectos en los que, a pesar de no llegar a los criterios que marca el estándar Passivhaus, implementan ciertas medidas y estrategias pasivas propias del estándar y que superan las definidas en el CTE. Es lo que llamaríamos edificio pasivo – ECCN.

Conclusiones

El concepto de vivienda, así como las normativas que regulan la construcción han ido evolucionando a lo largo de la historia y han experimentado una serie de cambios tanto a nivel de diseño como constructivo. En ocasiones da la sensación de que en esta evolución ha habido un desfase y la manera de construir ha ido empeorando con los años.  

Por ejemplo, cuando no existía ningún tipo de normativa para la ejecución de edificios y viviendas se tenía en cuenta el medio que le rodeaba, lo que se buscaba era mejorar las condiciones dentro de ella y por eso se hacían relevantes algunas decisiones sobre la orientación, los materiales, el tamaño y ubicación de los huecos, de los espacios, etc. Este tipo de cosas se han ido perdiendo y sobre todo, se ha hecho un mal uso de los recursos naturales, como por ejemplo la radiación solar.

Diseñar y construir mejor es posible desde hace muchos años. Al pasado ya no podemos volver, sin embargo, en nuestro presente y de cara a nuestro futuro no podemos olvidar que las construcciones nos acompañan de por vida… El hecho de diseñar y construir mejor repercute inexorablemente en nuestra calidad de vida. Confiamos en que la entrada en vigor del nuevo CTE 2020 así como el desarrollo de estándares como el Passivhaus o ECCN ayuden a mejorar nuestra calidad de vida y salud.