EFECTOS DEL CO2 EN AMBIENTES INTERIORES NO INDUSTRIALES

Los efectos del CO2 en ambientes interiores no industriales es un tema en el punto de mira dentro del sector de la edificación, sobre todo a raíz de estudios realizados por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo y algunas universidades y entidades que han indagado sobre este problema dentro de los centros educativos (colegios, guarderías,…) y los edificios residenciales.

¿Qué es el dióxido de carbono?

El CO2 es un gas incoloro y fundamental para la vida en el planeta. Su molécula está compuesta por un átomo de carbono y dos de oxígeno. El equilibrio de la naturaleza se consigue por medio del llamado “ciclo de carbono”, una serie de transformaciones del CO2 esenciales para la regulación del clima y los seres vivos.

El problema: la acumulación de CO2 en ambientes interiores

Convivimos con este gas diariamente, sin embargo en altas concentraciones tiene efectos adversos para la salud. Precisamente las concentraciones más elevadas se encuentran en el interior de los edificios como consecuencia de un sistema de ventilación deficiente que no elimina el dióxido de carbono generado por los ocupantes a través de la respiración.

Por ejemplo, en el aire exterior suele haber entre 300 y 400 ppm en áreas de aire limpio, pudiendo alcanzar valores de 700 ppm en zonas urbanas. En general en ambientes interiores no industriales como oficinas, colegios y viviendas se encuentran valores de 2.000 a 3.000 ppm, lo que está muy por encima de lo saludable.

Existen datos que sugieren que a 600 ppm los individuos más sensibles ya manifiestan quejas, a 800 ppm muchas persona empiezan a sentir incomodidad, dolor de cabeza, cansancio y apatía general. Estos síntomas se agravan en el caso de los niños porque debido a su elevado metabolismo respiran en peso un 50% más de aire que los adultos.

La Guía Técnica de Lugares de Trabajo del INSHT considera que cuando la concentración de CO2 en un local supera el valor de 1000 ppm, la calidad del aire interior no es aceptable (para el 80% de los usuarios), aunque lo ideal es que el cociente entre exterior e interior sea lo más cercano a 1.

Efectos sobre el cuerpo humano

Todos hemos sentido como en espacios cerrados mal ventilados, al cabo de unas horas, nos empezamos a sentir cansados, nos duele la cabeza y es más difícil mantener la atención e incluso concentrarnos. No es una falta de oxígeno sino la concentración de CO2 en el aire que, conforme va aumentando, empeora estos síntomas.

  • 350-400 ppm – nivel ambiente al aire libre
  • 400-1000 ppm – buena calidad del ambiente interior
  • 1000 ppm – el nivel máximo recomendado de CO2 en zonas interiores
  • 1000-1500 ppm – ambiente relativamente aceptable, nuestras capacidades empiezan a verse afectadas
  • 1500-2000 ppm – síntomas de fatiga y reducción de la concentración
  • >2000 – se producen dolores de cabeza

Como ya sabemos, pasamos el 90% de nuestro tiempo dentro de los edificios donde realizamos las principales funciones de nuestro día a día como aprender, trabajar o descansar.

  • Edificios de oficinas

La mayoría de personas trabajan en espacios interiores dónde los hábitos de ventilación no son buenos o simplemente no existen. En estos casos, tras una una jornada laboral de 8 horas los trabajadores pueden sentir molestias como dolor de cabeza, cansancio, pérdidas de concentración y bajo rendimiento. En definitiva, la sensación de sobrecarga no se debe al propio trabajo, sino también a la mala calidad del aire de la oficina.

  • Colegios

En un colegio sucede lo mismo, a diferencia que los niños son especialmente sensibles a las condiciones ambientales. Cuando elegimos colegio para nuestros hijos, pensamos en centros en los que puedan desarrollar todo su potencial y tener éxito curricular. Sin embargo, la calidad del ambiente interior no es un factor que se tenga en cuenta, a pesar de estar demostrado el impacto negativo sobre rendimiento, el aprendizaje y la salud de los alumnos.

  • Viviendas

Las personas pasamos entre 5 y 8 horas en el trabajo, el colegio o la universidad y cuando acaba la jornada nos volvemos a encerrar entre cuatro paredes. En las viviendas la situación sigue siendo la misma: espacios interiores con mala calidad del aire. La renovación de aire en casa tiene tanta importancia porque afecta a nuestro descanso. Durante la fase de sueño el descanso y regeneración del cuerpo se resienten a niveles superiores a 1000 ppm.

Legislación

En España, el Código Técnico de la Edificación (CTE DB HS 3) dicta las exigencias para la calidad del aire en edificios residenciales. La última modificación del CTE incluye nuevas exigencias, como el apartado 2 del DB HS3 que establece que, el caudal de aire exterior debe ser suficiente para conseguir que en cada local la concentración media de CO2 sea menos que 900 ppm.

Para edificios no residenciales, la normativa aplicable será la UNE-EN 13779.  Ventilación de los edificios no residenciales. Requisitos de prestaciones de sistemas de ventilación y acondicionamiento de recintos. En ella, se recoge  además tres partes fundamentales con los aspectos a tener en cuenta a la hora de diseñar las instalaciones y una clasificación de los tipos de aire que intervienen en un sistema de ventilación. Se distinguen 3 tipos de aire: aire exterior, aire de impulsión y aire interior. Para el aire interior, la clasificación básica distingue:

  • IDA 1: Calidad de aire interior alta
  • IDA 2: Calidad de aire interior media
  • IDA 3: Calidad de aire interior moderada
  • IDA 4: Calidad de aire interior baja

Estas cuatro categorías deben ser cuantificadas mediante uno de los siguientes métodos:

  • Clasificación indirecta por caudal de aire exterior por persona
  • Clasificación indirecta por caudal de aire por superficie de suelo
  • Clasificación por nivel de CO2

El método de clasificación por nivel de CO2, se ha venido utilizando para el establecimiento de los estándares de ventilación cuando la contaminación es debida casi exclusivamente a los ocupantes y su actividad y en recintos donde no está permitido fumar. Como se ha comentado antes, el CO2 es un buen indicador de los contaminantes emitidos por los humanos, también denominados «bioefluentes», y es el compuesto utilizado para el cálculo del caudal de ventilación necesario para mantener los niveles de CO2 en valores constantes y que permitan asegurar el bienestar de los ocupantes. El nivel que determina un aire de baja calidad es el de 1.000 ppm sobre el nivel del aire exterior.

En lo que respecta al sector educativo, en España todavía no existe una normativa que regule el nivel de CO2 en centros de enseñanza.

¿Cómo reducir los niveles de CO2 en el interior de los edificios?

Las estrategias para garantizar ambientes interiores sanos consisten en no fumar en lugares cerrados, vigilar los productos químicos de limpieza en seco, evitar productos tóxicos, utilizar pinturas sin VOC (compuestos orgánicos volátiles) y sobre todo, ventilar correctamente y de forma segura. El sistema de ventilación habitual es abrir las ventanas, pero parece que este método no es una garantía para alcanzar un aire interior higiénico y fresco. En este punto, los avances tecnológicos han demostrado que los sistemas de ventilación mecánica controlada son altamente efectivos. Una instalación de este tipo nos permite regular la velocidad, el caudal, la temperatura y la salubridad del aire interior.

Conclusión

El CO2 es necesario ya que sin él no habría vida en la Tierra y en sí mismo, no es algo malo. El ser humano y su actividad dentro los edificios han hecho que se liberen y acumulan grandes cantidades de este gas, empeorando la calidad del aire interior y haciéndolo peligroso para la salud.

En general las condiciones de los ambientes interiores para muchas personas son desfavorables: habitaciones compartidas, aulas con muchos estudiantes, oficinas multitudinarias, entornos urbanos con mucha contaminación ambiental o climas extremos que dificultan la ventilación. Mejorar la salubridad del aire es una cuestión que debe controlarse y estudiarse desde la fase de diseño, para prever sistemas integrados que eliminen o reduzcan la concentración de CO2.